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Edición #95 |

“La palabra ‘sustentabilidad’ me da escozor”

Directa, franca y concreta, la arquitecta y paisajista Cora Burgin hace un repaso de su carrera y habla de su metodología de trabajo, de sus proyectos actuales y de la política DE su estudio, Grupo Landscape, que comparte con Sebastián Mouzo. Los detalles de la charla, en las próximas líneas.

Nora Cassolino

Un periplo que involucró a Brasil, Ecuador, Guatemala, la costa oeste de los Estados Unidos, Canadá, el Reino Unido y Nigeria es lo que evoca Cora Burgin cuando se le pregunta cómo y cuándo empezó a interesarse por aquello que hoy es su especialidad: la arquitectura del paisaje. “En ese viaje, primero en Latinoamérica, mis ojos, mi mirada estaban puestos en la vegetación que quedó en mi retina, y después y desde ahí me dediqué a observar el paisajismo inglés… ¡casi sin saber que me iba a dedicar a eso! De ese modo fui juntando todo un bagaje de experiencia que aquí y ahora uso en el trabajo”, introduce la titular de Grupo Landscape.

Hija de una arquitecta y de un ingeniero hidráulico –“la profesión de mi padre tuvo mucha importancia para lo que hice después, como les contaré más adelante”–, para Cora Burgin la Arquitectura como carrera se presentó como algo lógico, “casi natural”. Egresada de la Universidad de Buenos Aires en el año ’74, el citado viaje comenzó en ese entonces y se extendió a lo largo de seis años. Después de ese lapso, de regreso a la Argentina, ya empapada con distintos tonos de verde, empezó a trabajar con un amigo arquitecto y luego con dos socias. De acuerdo con la entrevistada, en ese entonces, 1981, 1982, el Paisajismo como carrera no existía… o recién empezaba.

“Todos queremos que la ciudad esté mejor y eso requiere una mirada integral. Sin proyectos urbanísticos y paisajísticos eso es imposible”

En ese contexto, la arquitecta realizó cursos en la facultad de Agronomía, en el Jardín Botánico y en otros institutos menos conocidos. La formación, comparte Burgin, incluyó trabajos en un vivero japonés. “Siempre me interesó más lo que podía hacerse de las paredes para afuera que de las paredes hacia adentro”, señala en relación con su especialidad, antes de referirse a sus primeros trabajos: “Hoy, en la escuela Mafalda [N. de la R.: la escuela 13, sita en Conde al 200 de CABA], mi nieta juega debajo de una glicina que sembró su abuela”, responde, consultada por aquellas experiencias iniciales.

“Mientras, estudié un posgrado en Formación Ambiental en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Ambientales de La Plata e hice un curso sobre cubiertas verdes –o parque sobre losa– en Nueva York; puntualmente, el Green Roofs Professional Training Course”, completa, antes de referirse a su formación docente, en la que se destaca un curso de capacitación en la Architectural Association, de Londres. En este sentido, cabe subrayar que desde 2010 Burgin es titular de la cátedra Arquitectura del paisaje en la Universidad Torcuato Di Tella, donde, además, fue directora del programa para graduados en la misma materia.

“Yo dejé la docencia, salvo algún posgrado puntual”, señala quien es, además, miembro de la IFLA (Internacional Federation of Landscape Architects), de la ASLA (American Society of Landscape Architects) y de la CAAP (Centro Argentino de Arquitectos Paisajistas). Lo cierto es que en 1995, y en paralelo a todas las actividades académicas, Cora formó su actual estudio, Grupo Landscape, con el que trabajó y trabaja en conjunto con los principales arquitectos desarrolladores de la Argentina (ver recuadro).

“Los proyectos que recibimos vienen orientados a la parte ambiental”, señala la arquitecta, antes de apuntar que desde su estudio llevan a cabo el asesoramiento paisajístico para proyectos LEED. “Y ahí es donde cobra importancia la parte de ingeniería hidráulica, que viene de la línea de mi papá: nos interesan las infraestructuras, y en ese sentido la parte hidráulica es fundamental”, estipula, subrayando que el uso del agua es siempre esencial.

Grupo Landscape, de frente y perfil

Una surtida y nutrida biblioteca sobre arquitectura del paisaje, parques, jardines, infraestructura y todo lo que esta especialidad involucra tiene especial protagonismo en el estudio de Grupo Landscape, sito en los Silos de Dorrego de esta Capital. “Aquí nos sentimos cómodos, consultamos un libro, charlamos y trabajamos en conjunto”, sostiene Cora Burgin, en relación con el estilo de trabajo y, por ende, las dificultades que se presentaron durante la pandemia.

La primera persona del plural que la arquitecta utiliza en casi toda la entrevista alude a Sebastián Mouzo, su socio desde 2003 en el estudio. Se conocieron con Cora como docente, en 1998, y Sebastián cursando su posgrado y, después, continuaron trabajando juntos. “Yo dejé la docencia, pero él no”, comenta. El equipo de trabajo se completa con licenciados en Planificación y Diseño del Paisaje; especialistas en Riego, Suelos, Técnicas Agronómicas y aquellas disciplinas requeridas, que se integran según la escala y tipo de obra.

“Estudiamos mucho cada proyecto. Cora tiene que ver más con el gerenciamiento y yo soy más proyectual, pero esto va y viene”, comparte el arquitecto en relación con la metodología que impera en Grupo Landscape, y destaca también que tienen distintos colaboradores y que, generalmente, muchos profesionales que comenzaron como pasantes después se quedaron trabajando en el estudio. “Tenemos todo muy aceitado”, define Sebastián, también apelando al nosotros.

Según explican a coro, la tecnología se presentó como una aliada durante los meses más duros de 2020. Pero no solo entonces. “Nos gusta estar al día y actualizados con nuevas tecnologías y materiales”, sentencian, declarándose fanáticos de los sistemas GIS. “Para nuestro trabajo, es muy importante el relevamiento fotográfico, que lo hacemos, y el estudio del piso y cómo este se reúne, se junta con la planta”.

“Somos concurseros y ahí hay una adrenalina interesante en la asociación con otro estudio de arquitectura”, coinciden, destacando que consideran importante que vuelvan a llamarlos después de haber tenido una experiencia conjunta con los distintos estudios –ATV, MSGSSS, ENCS, etc.–, lo que sucede de manera habitual.

Asimismo, a la hora de enumerar algunos de los trabajos de Grupo Landscape, los arquitectos mencionan distintos casos de parquización. Por ejemplo, el shopping a cielo abierto Los Arcos, de IRSA; el edificio Astillero, del estudio Bodas, Miani & Anger; el hotel Alvear Icon en Puerto Madero… “¿En el interior? Trabajamos en la ruta del vino (en Mendoza), en la ópera de San Juan, en las distintas filiales de OSDE, que son LEED”, enumeran, explicando que en cada oportunidad se contactan con los viveros del lugar a efectos de saber qué producen y qué disponibilidad de entrega tienen.

Para cerrar, nada mejor que la definición que el estudio hace de sí mismo en su página web: “Nuestros proyectos, desarrollados en variadas escalas, dentro del ámbito público y privado, son abordados como verdaderos engranajes ambientales, utilizando estrategias en las que la ecología, la tecnología y la sustentabilidad los definen esencialmente. En el proceso analizamos los puntos de encuentro y de conflicto entre la fase de diseño, la construcción y el posterior mantenimiento, e incorporamos los sistemas de infraestructuras desde la concepción”.

De plantas y ladrillos

Precisamente, en tren de definiciones, Cora Burgin habla del el rol que tiene el paisaje, remarcando que hay una función que va más allá de lo estético y que esa es la mirada del estudio. En ese sentido, habla de la experiencia con la Universidad Di Tella, “que no es LEED”, pero que recupera el agua de lluvia. Asimismo, indica que para este trabajo puntual usaron plantas con bajo requerimiento hídrico, y realza que siempre trabajan con el cliente, preguntando cómo piensa que va a mantener el trabajo realizado.

“Una planta no es un ladrillo”, dispara la entrevistada, al tiempo que sostiene la importancia de que aquel que participa sepa qué planta se puso y por qué se eligió. “Un proyecto/obra de paisajismo donde se trabaja con material vivo debe mantenerse y perdurar en el tiempo. La incorporación de cubiertas verdes de la ciudad, otro de los temas con los que trabajamos hace muchos años, es hoy uno de los principales argumentos de los proyectos que buscan certificar LEED”, remarca quien habla del uso de la norma como herramienta de certificación.

Acerca de las limitaciones técnicas, que siempre surgen, la paisajista las entiende como desafíos.
A efectos de sortearlos, explica, y para que además el proyecto perdure en el tiempo –un concepto que repite, de manera de enfatizarlo–, la titular de Grupo Landscape destaca que siempre es necesaria la labor en conjunto con quienes lo lideran. Así, subraya, el paisaje se trabaja con la arquitectura. “Siempre hay algo que resolver”, confiesa.

“La palabra ‘sustentabilidad’ me da escozor y podés ponerlo exactamente así”, sorprende. “Por colocar especies nativas un proyecto no es sostenible”, distingue, antes de establecer diferencia entre lo sustentable y lo sostenible, el término que prefiere: “Mientras que lo sustentable tiene que ver con lo amigable de los materiales, lo sostenible se relaciona con el ciclo de los materiales y su metabolismo circular; en concreto, incluye más el componente social”.

“Diseñar no es proyectar y hay veces que el objetivo es la foto final y no el proyecto”

De acuerdo con Cora, el verde no es solamente el árbol de la vereda. “Todos queremos que la ciudad esté mejor y eso requiere una mirada integral. Sin proyectos urbanísticos y paisajísticos eso es imposible”, precisa, antes de entrar en los detalles –“hay un exceso de fresnos”– y sin rehuir a las cuestiones de actualidad: “La recuperación de la costa es muy importante pero hay que pensar cuáles son las barreras al río. Sumarle vuelos internacionales al aeroparque y todo lo que esto trae aparejado –tránsito común y pesado de camiones con combustible, entre otras cuestiones– definitivamente no colabora”, apunta, en relación con las controversias desatadas por el destino de Costa Salguero.

Cuando la charla se enfoca en lo urbano, Burgin se refiere al uso intensivo de parques y plazas. Según explica, ya no se trata de hacer una alameda en ese tipo de espacios sino de pensar en el uso diario que le da el vecino. Y a manera de ejemplo, cita a la plaza Houssay –un trabajo de parquización del estudio– y, nuevamente, se refiere a la perdurabilidad de los proyectos y a la obligación de usar materiales de calidad. “Hoy no existe solo el paisaje; también hay que ver cómo se sostiene”, vuelve a remarcar, opinando que falta articulación entre el potencial usuario y el diseño. En concreto, indica, hay que considerar cuatro ítems: el usuario, el financiamiento, el mantenimiento y la perdurabilidad.

“Diseñar no es proyectar y hay veces que el objetivo es la foto final y no el proyecto”, opina, destacando que siempre hay que tener en cuenta la intensidad. Desde la economía hasta el diseño, pasando por el uso. “Hay que ofrecer el servicio que la gente necesita, considerando el vandalismo, el deterioro, el descuido y el mantenimiento. Si no es integral, algo es seguro: no va a funcionar”, finaliza.