Visita de obra |

Edición #88 |

De bar emblemático a edificio de lujo

En el cruce de las avenidas Bunge y Del Libertador se levantan los seis pisos de Status Tower. Su nombre homenajea al inolvidable bar pinamarense que allí funcionaba. La obra avanza y sus desarrolladores prometen tenerla finalizada en diciembre.

Marina Cassolino y gentileza de los entrevistados

Pinamar, 20 de febrero. El sol, la playa con sus médanos, el mar y el frondoso bosque nos reciben con los brazos abiertos. Gente relajada con su outfit playero camina a nuestro alrededor mientras nos dirigimos al cruce de dos de las más importantes avenidas de Pinamar: Bunge y Del Libertador. Allí se levanta Status Tower, protagonista de la Visita de Obra de esta edición, un edificio de seis niveles de altura y 2.447 m² de superficie construida que tendrá 17 unidades residenciales, tres locales comerciales y 20 cocheras subterráneas.
Al llegar al lugar, un desvencijado cartel de madera azul con letras blancas tumbado a un costado del terreno sobre la vereda sobrevive y da testimonio de su pasado: “Status, Resto Café Sushi”, se lee. Sucede que en este lote funcionaba un emblemático local pinamarense de gastronomía donde se disfrutaba de shows, de charlas con amigos y de reuniones de negocios. Lo que perdura –como homenaje– sólo es su nombre.
En el frente del edificio que da sobre la Av. Bunge –donde estará el acceso principal– nos espera Iván Renkine, titular de Creadora de Ideas (CDI), la empresa desarrolladora de este proyecto. Nos recibe entusiasmado y desde entonces no para de hablar. Nos invita a ingresar al predio por la otra vía de acceso que tendrá el edificio, sobre la calle paralela Jonás, donde se suma el arquitecto Leandro Capparelli, socio de Cangiano Capparelli Arq, estudio local que elaboró el proyecto de Arquitectura y tiene a cargo la Dirección de Obra.

Nivel Cero

Tras colocarnos los cascos de rigor, ingresamos al predio, donde los obreros trabajan a todo ritmo. Con el arquitecto Capparelli nos dirigimos hacia lo que será el frente del basamento comercial que tendrá el edificio en su planta baja y allí comienza a contarnos cómo será este complejo que estará terminado en diciembre de este año: “Es un lote en pleno corazón de la ciudad, donde funcionaba un café emblemático de Pinamar, así que la idea fue hacer un edificio un poquito fuera de lo convencional, que tuviera carácter y llamara la atención. En función de eso se buscó que conceptualmente tuviera una ship shape (forma de barco). Es así que, al verlo desde afuera, tiene unas puntas medio agresivas que sobresalen de la estructura porque remiten a lo que podría ser el casco de un barco o una forma ósea. Ésa es la idea proyectual estética”.
Según detallan en la memoria de la obra, la torre presenta una estructura resistente cuyas vigas de hormigón se transforman en esas “costillas punzantes” para enfatizar la imagen náutica del edificio. A su vez, para destacarlo por sobre el basamento, se propuso que fuera íntegramente de color blanco, como también sus aberturas (PVC y DVH).
El basamento está planteado como un gran voladizo de hormigón visto (marquesina) y un frente completamente vidriado –donde estarán los tres locales comerciales–, interrumpido por una pared curva, también de vidrio, que sugerirá el acceso al hall del edificio. Se propuso resignar algunos metros de frente comercial sobre la Av. Bunge para poder construir vías de ingreso a los departamentos desde ambas calles (esta última y Jonas).
Como particularidad, una de las medianeras de la zona de acceso al edificio, que linda con una galería comercial (Galería del Reloj), se propone como “límite poroso y/o transitable”, a modo de fomentar a futuro la circulación y vinculación entre ambos complejos. “Como el lote tiene acceso sobre las dos calles, se buscó darle transparencia con la circulación y la visual. Se hizo una trama de hormigón con la idea de lograr permeabilidad hacia la galería vecina y proponer que se vinculen”, explica el arquitecto.
Los locales serán de medidas diferentes: uno de 83 m², otro de 92 m² y, entre medio de éstos, uno de 144 m². Pero dos de ellos se los quedó un mismo comprador para unirlos: “Lo más probable es que dos de los locales se unifiquen, aunque luego pueden dividirse nuevamente y quedar como estaba planteado desde el inicio. Vamos a dejar previstos todos los conductos para instalar una futura cocina, así que tendrá todas las condiciones para ser un espacio gastronómico”, aclara Capparelli.
“La estructura de Status es de hormigón. Habrá sectores donde quedará el hormigón visto y después, por esa lectura medio náutica o de estructura ósea que se quiere lograr, habrá revoque blanco y vidrio, con carpinterías también blancas”, detalla nuestro guía.
Volvemos a tomar el pasillo lateral de ingreso del edificio para pasar por el futuro hall de acceso –que tendrá doble altura– donde ya está construida la caja del ascensor y un espacio para armar el living de recepción. Desde allí descendemos un nivel para ir hasta la zona de estacionamiento de los vehículos, que es amplia y cómoda. Cada unidad tiene una cochera propia incluida, no es opcional.

¡Nos vamos para arriba!

Mientras encaramos el ascenso por las escaleras hasta el primer piso, Capparelli cuenta: “Acá tenemos dos semipisos, uno de 3 dormitorios y otro de 2, porque el espacio del ascensor hizo que un departamento tenga unos metros más que el otro, así que le buscamos la vuelta para obtener un dormitorio más achicando un poco el área social. en la unidad más chica el sector social es algo más grande”.
Llegamos al palier –que comparten ambas unidades– y pasamos a recorrer los ambientes de los semipisos, que se destacan sobre todo por su amplia área descubierta en forma de L. El techo del basamento comercial es aprovechado en su totalidad como expansión de estos dos semipisos: cada una de esas exclusivas unidades poseerá piscina propia (que ya está hormigonada y se revestirá con venecitas), solárium de madera con cantero de plantas, sector de parrilla semicubierto y un lounge deck con mobiliario de exterior. La habitación principal de cada residencia será en suite.
“El proyecto posee tres piscinas en total. Como la superficie del basamento es grande, en los dos semipisos proyectamos una terraza generosa con piscina propia y amenities, mientras que en la azotea está la tercera pileta, que es de uso común”, agrega el profesional.

Sobre los materiales y el sistema de construcción, Capparelli comenta: “Es todo tradicional porque, si bien se evaluó la posibilidad de hacerlo con construcción en seco, teníamos miedo de que resultara más difícil a la hora de la venta (de cerrar operaciones). La gente viene, golpea y dice que le suena a hueco”. En cuanto a los servicios del edificio, serán todos eléctricos, con equipos de aire frío-calor, dado que “desde Mar del Plata hasta el Partido de la Costa no está habiendo gas”, se lamenta el entrevistado.
Del segundo al sexto piso hay tres unidades por planta (dos sobre la Av. Bunge y una sobre Jonas), todas de 3 ambientes –con posibilidad de transformarse en 2 ambientes para agrandar el área social–, con balcón y parrilla propios. Su estructura se encuentra avanzada.
A medida que vamos subiendo por las escaleras para recorrer la totalidad del emprendimiento, ganamos altura y la vista del paisaje de los alrededores se abre ante nuestros ojos. El cielo increíblemente azul, el mar a lo lejos, la playa, el bosque y la ciudad nos seducen.
Por la ubicación geográfica del edificio y la altura lograda en el último nivel, se puede ver tanto la salida del sol como el atardecer. “Si bien el frente del edificio está sobre Bunge –desde donde se ve la salida del sol–, la vista del contrafrente es fantástica porque se llega a apreciar todo el bosque desde arriba y desde el sexto piso se ve hasta Valeria del Mar”, destaca este arquitecto que vive en Pinamar y que, ni bien puede, se escapa a surfear las olas, su otra pasión.
En particular, sobre los departamentos que dan hacia Jonas, Capparelli destaca que “tienen cocina de punta a punta y el paisaje es más tranquilo porque en el frente está todo el movimiento de Bunge, mientras que el contrafrente es toda zona unifamiliar con casitas, así que allí no se construirá nada”.
La visita concluye con la llegada a la terraza, “que sería como la cabina de mando del barco”, acota Capparelli. Se propone como un área de uso común con un quincho con parrilla, toilette, piscina, deck de madera en todo el perímetro y un living con hogar exterior. “Esta pileta tendrá el efecto de borde infinito, por lo que al mirar hacia el espejo de agua dará la impresión de que desaparece en el precipicio”, agrega el proyectista.
En cuanto a las etapas restantes de construcción de la obra, Capparelli admite: “Tenemos un lindo baile por delante porque el año pasa rápido y la obra –que empezó en septiembre de 2017– la tenemos que entregar en diciembre de 2019. Al inicio, la submuración y la fundación del edificio fueron muy complejas. Eran dos lotes ya construidos y la napa de agua estaba muy alta. Todo eso dio mucho trabajo. Pero el resto resultó una obra convencional”.
Resta esperar el final de obra y la entrega de las unidades para poder decir: ¡Todos a bordo!